Qué
duro es levantarse un domingo después de haber estado de fiesta con nuestro
amigo Quique!! A pesar de todo, conseguimos ponernos en marcha a midi. Después
de un “brunch” casero, salimos de casa para culturizarnos un pelín más. Nuestra
primera visita: el instituto árabe. No sé si fue porque empezamos a ver el
museo por el final o por nuestro estado, pero se puede decir que nos pareció…
¿poca cosa? Eso sí, disfrutamos de su magnífica arquitectura y su novedoso
sistema para mantener la misma cantidad de luz dentro del museo, sea un día
soleado, nublado, verano o invierno… así son los árabes!!
Después
de nuestra visita fallida a la exposición de Tim Burton, decidimos dar un paseo
por los puentes de París. Si hay algo que me encanta de esta ciudad es la
cantidad de sorpresas extravagantes que te encuentras: ¡una casa okupa hecha
museo! Me encanta ese arte. He decidido que cuando tenga hijos, les voy a dar
un rotulador y dejar que expresen su libre imaginación en las paredes de casa.
Sí, decidido.
Aprovechamos
la poca luz que queda ahora en París a eso de las 6 de la tarde para
fotografiar, cual postal del Beaubourg, las orillas del Sena. Y luego, como buenas
gabachas que somos, cenamos a hora muuuuy francesa un crêpe en una de las
mejores creperías de la ciudad: Au petit grec. ¿Nosotras comiendo? Esto es
nuevo…
No
hay mejor manera de acabar el día que paseando por uno de los lugares mejor
iluminados del mundo, casi igual que la plaza mayor de Salamanca. Respirar la
tranquilidad de la plaza del Louvre, después de lo ajetreada que está durante
todo el día, no tiene precio. Es uno de esos pequeños placeres de la vida que
vas aprendiendo a medida que te haces mayor. Disfrutar del instante es lo
importante.
Y
como vivimos al límite, al llegar a casa decidimos que el lunes iba a pedir un
día de vacaciones. Así somos. Cómo iba a dejar sola a mi Gagu!! =)
El
lunes... Normalmente odio los domingos, pero esta vez se puede decir que el
lunes ha ocupado su lugar. Ya me levanté pensando en la “visita” a la estación.
Ese olor a maletas y hastaluegos no me gusta ni un pelo. A pesar de todo,
intenté camuflar mi preocupación durante todo el día. Hicimos un turismo un
poco especial. Nos atrevimos a ir al cementerio de Père Lachaise para ver a Jim
Morrison, Edith Piaf, Chopin…
Jim Morrison |
Conseguimos entrar en la exposición de Tim Burton
después de una hora de cola, pero mereció la pena. Acabamos nuestro WE con una
visita a los jardines de Luxembrgo, con un delicioso café y un par de muffins.
Disfrutando del sol en manga corta, estuvimos filosofeando de la vida.
Y
por último la despedida y la timada. Bueno, en realidad, como buena fan de
Amélie, fue un monumental error no darme cuenta de que eso podía pasar. El
fotomatón se trago 5 pavos y nos quedamos sin fotos. El reparador tendrá que ir
a sacarse una foto más que irá a parar al álbum de Nino Quincampoix. Pero bueno, así hemos dejado algo pendiente en París... ¡Habrá que repetir!
Las
estaciones como ya he dicho antes no me gustan mucho. Es verdad que me producen
una sensación agridulce. Por una parte me parecen uno de los lugares más
románticos de una ciudad, guardan algo de nostalgia, alegría de ver esa “mirada
conocida” buscándote entre la multitud, tristeza y lágrimas por la distancia
que ponen entre dos personas, y son asquerosas cuando están llenas de palomas.
Tras los 5 minutos más largos de estos días, los de la despedida, el tren con
destino a Bordeaux se alejaba. Otra vez de vuelta a la rutina pero con las
pilas cargadas y energía superpositiva!! Espero coger pronto ese mismo tren y
repetir nuevas aventurillas con mi sister preferida. =)
Sans toi, les émotions d’aujourd’hui
ne seront que la peau morte des émotions d’autrefois.
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