viernes, 13 de abril de 2012

Parisina en Bordeaux (1)

Y la chica de capital se vino a conocer Bordeaux. Dejamos todos los bártulos en casa y nos fuimos a cenar, porque qué hay más interesante cuando se hace turismo que los restaurantes típicos. Intento fallido en La Fromentine, la crepería Réno nos acogió muy bien (sí, sí, no es un resto de comida exótica donde se comen a las mascotas de Papá Noel como piensan algunos...).

Nos pusimos las botas, para no variar. Casualidades de la vida, Manro estaba allí con sus padres, para demostrar que ese sitio es de visita obligada! ;) Entre la resaquilla que traía Andrea y que el plan era ir al village, optamos por hacer un poco de turismo nocturno. Dimos un paseíllo por los quais y a casa a reponer fuerzas, que nos tocaba un día trotero en la Duna, porque como no iba a llover...

Mi gozo en un pozo cuando nos levantamos el sábado. Abortamos la misión "DUNA" debido a complicaciones meteorológicas. Empezaba nuestro finde de suerte... Como mi casa no da mucho de si, salimos con el paraguas bajo el brazo a turistear. Hacer fotos con la reflex bajo la lluvia no es tarea fácil. A veces apatecía sacar a la que hacía la foto más que a la que posaba!

Por fin, a mediodía, la lluvia nos dió un respiro. Comimos y nos fuimos a la torre de Pey Berland. Allí había un grupo bailando al unísono. Cual curiosas, nos acercamos, con ganas de meternos en todo el meollo. ¡¡Vaya sorpresa cuando vimos que se trataba de cánticos de misa!! Media horita de cola para ser piropeadas por el de los tickets y fortalecer glúteos. ¡Vaya escaleras! Al estar el cielo nublado, las vistas no eran preciosas, pero aun así creo que mereció la pena subir.

Andrea estaba empezando a pasarlo mal. Con lo cafetera que es, que necesita su chute matutino, voy yo y se me olvida comprarle café. Vaya amiga estoy hecha... Así que nos pasamos por la mejor chocolatería de Francia a comprar algo de merendar, nos cogimos un café y nos sentamos a disfrutar del recién salido Rey Sol en las escaleras de Grand Theatre.


Se nos unió Lara, fuimos a la plaza del Apolo a buscar al resto y empredimos rumbo al Miroir. Estuvimos un ratillo de cháchara y dejamos a todo el mundo en casa de Lara para irnos a cenar a casa.


Después de una breve parada en casa de Lara, nos fuimos al nuevo punto de encuentro de moda: la plaza del Apolo. Se vino Carmen un rato, Salva nos abandonó y nosotros nos cogimos el tram para ir a la Dama de Shangai. Nos acompañaron unas francesas muy majas, una de las cuales había estado en Madrid de erasmus y nos pusimos a la cola.

Me habría gustado ver nuestra cara de incredulidad cuando llegamos a la puerta y nos dice el portero: "Recoged las botellas que habéis dejado tiradas y NO entráis". Escudándonos en nuestro orgullo, nos fuimos al barco del al lado, el único sin cola. Música rara, ambiente extraño, copas asquerosas... pero compañía inmejorable. Se salvó la noche. ¡Gracias al gobierno vasco por esa copa! Cierre y a casa, ¿alguien dijo Saint Emilion?





Dejémoslo aquí, ¡continúa en la segunda parte!

XOXO

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